
No fue una destinación fácil, pero la fuerza de los tres tremendos corazones que aguantaron los 40 grados de calor, los palos de agua y las adversidades del trabajo local, logró fundar profundos lazos y dejar un antecedente de profesionalismo y amistad entre los hermanos de una de las regiones más aisladas del continente.
Anita Acevedo, Saúl Arancibia y Waleska Ureta... ¡ Bienvenidos ! y gracias por su inmenso aporte a la construcción de esta América Solidaria.
